Quizás no haya mejor manera de hablar de Franz Liszt que dejar de fondo la obra dedicada a él por su amigo Saint-Saens y estrenada en 1887 poco después de la muerte del compositor a quien hoy nos referimos:
y bucear mientras tanto en su biografía los numerosos aspectos que le marcaron a lo largo de su vida: sus increíbles dotes de precoz pianista y compositor desde los nueve años, su facilidad para los idiomas, su enamoramiento de una alumna en París y su profunda crisis por causa de la prohibición paterna de esa relación, sus inquietudes religiosas, su dedicación a una lectura compulsiva de libros para compensar sus deficiencias culturales, su entrega a causas de beneficencia, su capacidad de aprendizaje de los mejores músicos de su época, su capacidad de suscitar casi la histeria de sus fans que llegaban a quedarse con sus pañuelos y a trocearlos para quedarse con sus fragmentos como recuerdo, su relación en Weimar con la princesa Carolyne zu Sayn-Wittgenstein (apellido importante en España para la prensa del corazón)…
Se pueden leer todos esos datos en Wikipedia, incluida esta reseña del Preßburger Zeitung del 28 de noviembre de 1820 en que se decía:
“El pasado domingo, el 26 de este mes, al mediodía, tuvo Franz Liszt, de nueve años de edad, la posibilidad de presentarse como pianista ante una concurrida reunión de la alta aristocracia local y de muchos autoproclamados artistas en la casa del ilustre conde Michael Esterházy. La extraordinaria destreza de este joven artista, así como su rapidez y facilidad para leer las piezas más complicadas de un vistazo mientras se las iban colocando, causó una verdadera admiración.” |
y en la página “Biografía y vidas”, donde se constata que “su vida constituye una de las novelas más apasionantes de la historia de la música.
Sea como hubiese sido lo que le movió a su sentimiento religioso, lo cierto es que en 1869 compone la obra que estamos aprendiendo ahora, Ave María.
Para ambientarnos en ella podemos empezar escuchando esta interpretación del Coro y Orquesta de la Basílica Cisterciense de OO en Cracovia (grabación muy ruidosa):
Esta, del Coro La Contra, dirigido por Francesco Pavan, está más limpia
Muy buena ésta del Coro de Cámara Vox Antiqua, de Debrecen:
Esta, del Coro de Profesores Érsekvadkert, con medida precisa también merece escucharse con atención:
En fin, como puede observarse, un lujo de obra, merecedora de todo nuestro esfuerzo.