Cantamos es una forma verbal válida para el presente y el pasado. Cuando ayer cantábamos en el salón de actos del Colegio Valdeluz, en la memoria de quien esto escribe se aunaban también el presente con el pasado recordando que hace dos años se conmemoraban las bodas de oro del Colegio, cuyas actividades comenzaron el curso 1967-68, tal como se recoge en su historia:
“El Colegio Valdeluz cumple sus primeros 50 años de actividad educativa; es el continuador de la labor apostólico-docente que la Provincia Agustiniana Matritense venía desarrollando desde 1912 en el Colegio San Pablo, ubicado entre las calles Valverde, 25 y Barco, 22 de la ciudad de Madrid. El Colegio San Pablo, con el trascurso de los años, quedó pequeño y obsoleto a pesar de las ampliaciones y transformaciones que sufrió a través de sus 54 años de existencia, exigidas por la afluencia de peticiones de familias que deseaban dar a sus hijos una sólida formación científica y religiosa.
Por eso, en el capítulo provincial de 1964 sale elegido prior provincial el P. Gabriel del Estal, que acomete la ingente tarea de renovar los centros docentes que regentaba la provincia. Así inicia la búsqueda de una nueva sede para el Colegio San Pablo, sede que encuentra en al barrio del Pilar, en la zona norte de Madrid.
Inmediatamente se procede a la obtención de las reglamentarias licencias, tanto civiles como eclesiásticas, así como a la elección del equipo técnico encargado de llevar a cabo la construcción del nuevo colegio. Mientras tanto, en el verano de 1966 se habilitan unos locales en el citado barrio para proseguir con la tarea educativa hasta que se termine el nuevo centro. Por fin, el 16 de octubre de 1967 se inicia la actividad docente en el edificio central.
Dada su ubicación, se tuvo que acudir a una flota de autobuses para transportar a los alumnos, muchos procedentes de San Pablo y, por tanto, del centro de Madrid, aunque ya se iniciaban las matrículas de residentes en los edificios cercanos.”
Como presente en toda esta historia, tanto del colegio San Pablo como del Valdeluz, y teniendo en cuenta que nuestro barrio “Ciudad de los Poetas” se iba construyendo también por aquellas épocas, el autor de estas líneas no podía evitar unir nuestra actuación con tanto recuerdo acumulado.
Nuestra actuación de ayer, como todas las nuestras, supuso un reto a nuestra capacidad de unificar nuestras voces en un contexto sonoro casi totalmente exento de resonancias en el que se hacía imprescindible el escucharnos directamente para conjuntarnos. Como siempre, no nos faltaron ni el entusiasmo ni el esfuerzo por colaborar activamente en la parte que nos correspondía en el encuentro. La interpretación final conjunta de la partitura “Don Manolito”, precedida de los correspondientes homenajes a los tres directores, dieron fe del espíritu de colaboración que anima siempre estos encuentros corales.
También en nuestra actuación estaba presente la sensación de actividad final de curso ante la inminencia del descanso veraniego. La participación de los tres coros en la celebración conjunta con que nos obsequió la coral anfitriona fue una buena ocasión para evidenciarlo.
Enhorabuena desde aquí a cuantos hemos tomado parte en este encuentro.