A lo largo de su dilatada vida, nuestro coro ha acometido con frecuencia interpretaciones de canciones de los antiguos cancioneros españoles, principalmente del Cancionero de Palacio y del Cancionero de Uppsala. Quizás inicialmente fuera debido a la aparente sencillez de sus partituras, pero luego adquirieron la cualidad de referencia histórica, intentando dar forma a nuestra pretensión de ofrecer una visión de la música coral a lo largo del tiempo.
No de otra manera habrá de interpretarse nuestro último propósito de incorporar a nuestro repertorio canciones referentes a la música colonial española de los siglos XVI y XVII en la recién descubierta América central. Para ello hemos tomado una pequeña muestra del antiguo cancionero de Garpar Fernández, conservado en la catedral mejicana de Oaxaca.
A este respecto copiamos de https://sic.cultura.gob.mx/ficha.php?table=otra_declaratoria&table_id=15:
“Esta colección de documentos de música de los siglos XVI al XVIII, y de diferentes países del continente Americano, tiene una gran importancia porque entre otras cosas es parte esencial de la historia cultural del Nuevo Mundo en todos los aspectos: religioso y laico, civil y político, cultural y popular, vocal e instrumental, místico y dramático, del renacimiento, barroco y clásico.
Además, refleja el desarrollo y la proyección de las diferentes tendencias estéticas, estilísticas, técnicas e ideológicas que presenciaron los centros musicales (catedrales, conventos, escuelas, teatros y corrales de comedia, casas de aristócratas, plazas públicas y espacios de entretenimiento) y todas las áreas de la sociedad colonial. El cancionero es un libro de 284 hojas compuesto por el compositor portugués Gaspar Fernández, maestro de capilla en las catedrales de Guatemala y Puebla. El Dr. Robert Stevenson, quien examinó el manuscrito en 1967, dio las primeras noticias acerca de él. Este libro contiene cerca de 300 composiciones polifónicas, la mayoría de ellas religiosas en lenguas vernáculas, aunque hay unas pocas piezas en latín y otras piezas seculares del mismo periodo: 1609-1616. Este libro tiene gran valor porque representa la más sobresaliente colección de chanzonetas y villancicos del mundo iberoamericano en los primeros años del siglo XVII.”
Y de http://www.unesco.org/new/es/communication-and-information/memory-of-the-world/register/full-list-of-registered-heritage/registered-heritage-page-1/american-colonial-music-a-sample-of-its-documentary-richness/:
“Las colecciones documentales de música de los siglos XVI-XVIII de distintos países del continente americano son parte esencial de la historia cultural del Nuevo Mundo en todas sus facetas: religiosa y laica, civil y política, refinada y popular, vocal e instrumental, mística y dramática, renacentista, barroca y clásica. Testimonian cómo, de la mezcla de los legados indígenas, africanos y europeos, nació una nueva cultura que a lo largo de tres siglos no fue enteramente occidental ni hispánica, ni tampoco totalmente americana.”
De momento nos volcaremos en el aprendizaje de canciones tomadas del Cancionero de Gaspar Fernández, de entre las cuales ya hemos hecho referencia en estas páginas a la partitura en náhuatl Xicochi. Nuestro propósito es seguir con un par de villancicos mejicanos, uno del siglo XVI: “A que la gusto que la teniendo” y otro del iglo XVII: “Serenísima una noche”.
Sobre el Cancionero de Gaspar Fernández copiamos de http://www.musicaantigua.com/el-cancionero-musical-de-gaspar-fernandes/:
“Gaspar Fernandes (1566-1629) fue un compositor, organista, maestro de capilla y compositor portugués activo en las catedrales de Guatemala y Puebla.
La mayoría de los investigadores han llegado a aceptar que el Gaspar Fernández que aparece en 1590 como cantor en la catedral de Évora, Portugal es el mismo Gaspar Fernández que fue nombrado organista de la catedral de Guatemala el 16 de julio de 1599.
Sus atribuciones aquí eran las de acompañar al coro en la misa y el oficio divino, y mantener afinados los órganos.
Pero sin duda la acción de más trascendencia para la posteridad fue el hecho de que en 1602 Gaspar Fernández compiló algunos de los libros de coro polifónico que han llegado hasta nuestros días, reflejando así el uso de la música polifónica en la liturgia católica de la catedral.
En 1603 el amigo de Fernández, Pedro Bermúdez, dejó la catedral de Santiago de Guatemala para aceptar la invitación del cabildo eclesiástico de Puebla de los Ángeles de desempeñarse como su maestro de capilla.
Gaspar Fernández se convirtió en sucesor de Bermúdez en Guatemala, siendo el primero en desempeñarse como maestro y organista al mismo tiempo.
Sin embargo, al morir Bermúdez en 1605, el cabildo poblano logró interesar a Fernández, quien dejó Guatemala y nuevamente asumió la sucesión de aquel.
Aquí permaneció por el resto de su vida, falleciendo en 1629.
Los sucedió en el puesto de maestro de capilla el malagueño Juan Gutiérrez de Padilla.
Durante la compilación de los libros de canto de órgano en Guatemala, Fernandes compuso un Magníficat del quinto tono que hacía falta para completar los de los otros siete tonos o modos eclesiásticos.
Además, proveyó los ocho Benedicamus Domino que faltaban, uno para cada uno de los tonos.
También compuso unos fabordones sin texto, y un himno de vísperas para la fiesta de los Ángeles Guardianes.
Su producción en Puebla difiere radicalmente de la de Guatemala, ya que en esta nueva etapa se enfocó exclusivamente en la composición de villancicos vernáculos para maitines, en idiomas vernáculos.
Un cantor, Gabriel Ruiz de Morga, llevó consigo a Oaxaca, hacia 1653, un cuaderno que contiene 300 composiciones polifónicas escritas a mano (el Cancionero Musical de Gaspar Fernandes), la mayor parte de ellas firmadas por Gaspar Fernandes.
No sé sabe uso tuvo este cuaderno en los años y siglos siguientes, pero resistió los embates del tiempo, los saqueos, los descuidos humanos y llegó, más o menos completo, al siglo XX.
En el Archivo Musical de la Catedral de Oaxaca se encontró la colección íntegra del Cancionero Musical de Gaspar Fernandes con más de 300 canticos religiosos populares, en su mayoría escritos en español y Náhuatl.
La gran incidencia de villancicos con la indicación de portugués podría confirmar el origen de Gaspar Fernández, especialmente por el correcto empleo del idioma.
También indica Fernández composiciones en biscayno, en negro o en indio, según en lo que estén escritos los textos.
Muchos están designados como negro, negrito, guineo o negrilla, y son muestra de la importancia que tuvo la cultura africana en América a principios del s. XVII.
Los villancicos que hacen mención a personajes populares de la época cantarían en representaciones dentro del templo o en pastorelas del tipo popular a las que está ligado el desarrollo del villancico como forma polifónica en la Historia de la Música.
Según el musicólogo estadounidense Robert Stevenson este cancionero representaría “uno de los tesoros más espectaculares de cualquier catedral del hemisferio occidental”.
En definitiva, el Cancionero Musical de Gaspar Fernandes representa la más temprana recopilación de relevancia –pues aúna casi 300 composiciones- conocida hasta la fecha de chanzonetas y villancicos (además de algunas misas, salmos, himnos y motetes) en el Nuevo Mundo. “
Para completar esa nueva aproximación de nuestro repertorio a la música del Nuevo Mundo a los comienzos de nuestra colonización hemos añadido algunas agradables composiciones de músicos centroamericanos antiguos: “Sereníssima una noche, de Fray Gerónimo González, (Puebla s.XVIII) “Villancico Mexicano”, anónimo del siglo XVI y el tradicional peruano “Esta noche Jesús ha nacido”.