A pesar de nuestra probada y superada mayoría de edad, el día de Reyes nos viene a seguir haciendo nostálgicos de nuestros recuerdos infantiles. En ellos nos encontramos en una ilusión que nos era entonces realidad.
Con el paso de los años, aún seguimos aferrándonos a la palabra «ilusión», que nos ha llegado del latín y de antiguas raíces indoeuropeas en que «-lusión» recoge el participio del verbo latino «ludo», «lusus», activado con el sufijo «sión» y penetrado interiormente con el prefijo «in».
Todo ello tiene que ver con el juego que se ha mantenido en la palabra «lúdico» y que a través de su interiorización con «in» en «inlusio», «illusio» nos hace soñar en lo inexistente pero deseado como real.
Nada mejor que esta palabra inherente a esta fecha para situarnos en nuestro contexto coral en el que nos esforzamos en invocar algo tan elevado y lúdico como lo es la música participada en la compenetración de un coro.
Por todo ello sabemos que lo nuestro no es la realidad de un coro profesional sino de la ilusión de parecernos a él dentro de las limitaciones impuestas en el mundo cercano que gusta de escucharnos.
Para ello seguimos con la constancia de nuestros dos ensayos semanales y en el contacto de amistad que nos infunden.
Llevamos ya años inmersos en esta actividad y seguimos con el mismo convencimiento de nuestra realidad tanto como con la misma firmeza de nuestra ilusión.
Que el nuevo año 2024 nos ratifique en ambas.